13 oct 2009

Peru: Identidad, nación y diversidad cultural PARTE 2

Peru: Identidad, nación y diversidad cultural PARTE 2
Por Carlos Iván Degregori
2. La diversidad cultural en el Perú.
Somos un país diverso y nos cuesta reconocerlo. Somos uno de los países más grandes del mundo. Ocupamos el19 lugar en extensión entre el conjunto de casi 200 países. Si preguntamos a jóvenes estudiantes por el lugar que ocupa el Perú por el tamaño de su territorio, pocos aciertan, no sólo por ignorancia sino por baja autoestima, pocos creerían que estamos entre los 20 países más grandes del mundo.
Dentro de ese inmenso territorio, poseemos una enorme diversidad geográfica, biogenética y también cultural. Las dos primeras son ya valoradas positivamente, pero nos cuesta hacer lo mismo con nuestra variedad de razas, lenguas, religiones, costumbres, tradiciones. Si por algún desastre cósmico desapareciera la vida en la tierra y mucho después alguna expedición extraterrestre comenzara a buscar evidencias sobre la vida en la tierra y excavando en el Perú encontrara documentos de Sendero Luminoso, al leerlos con ayuda de alguna máquina traductora pensaría que este era un país tan homogéneo como Islandia o Japón. Porque no existe una sola línea en los documentos oficiales de Sendero Luminoso que hable sobre las diferencias étnicas, lingüísticas o culturales en general, que constituyen un problema y una posibilidad en nuestro país. Considero que esa ceguera ante la diversidad cultural fue una de las causas de la derrota de Sendero Luminoso, que terminó reprimiendo las costumbres "atrasadas" de los campesinos quechuas, aymaras o de los asháninkas y otros pueblos amazónicos a los que supuestamente quería representar.
Pero éste no fue sólo un problema de SL. Muchos de nosotros mismos, si bien reconocemos la diversidad cultural, étnica y racial porque nos la cruzamos en las calles, o en nuestra propia casa, o en nuestro propio cuerpo, tenemos dificultades para aceptarla como algo positivo. Nos es difícil estar cómodos mirándonos al espejo y aceptando la imagen cultural y racial mente diversa que el espejo nos devuelve. Cuando la aceptamos, la diversidad aparece casi como un castigo. Por lo menos hasta hace una generación, era frecuente escuchar esta queja: "¿por qué no nos conquistaron los ingleses? En ella se traslucía una crítica a los españoles, considerados flojos y abusivos, pero también la oculta creencia de que los ingleses hubieran exterminado a los indios. Porque no hay que olvidar que los pueblos quechuas, aymaras y amazónicos, denominados indios, indígenas o aborígenes, han sido y en cierta medida siguen siendo, junto a los afroperuanos, la parte negada o vergonzante de nuestra diversidad étnica y cultural.
No es de extrañar, entonces, que hacia 1900 un diputado por Puno presentara un proyecto de ley para el exterminio de la raza aborigen. Todavía en la década de 1930, el filósofo y pedagogo Alejandro O. Deustua, criticaba que se invierta dinero en la educación indígena, porque:
"El Perú debe su desgracia a esa raza indígena, que en su disolución psíquica no ha podido transmitir al mestizaje las virtudes de las razas en períodos de progreso...EI indio no es ni puede ser sino una máquina" (Citado en: Degregori 1979) (4).
Los tiempos han cambiado, mucha agua ha corrido bajo los puentes, los pueblos indígenas se han liberado de la servidumbre, muchos han migrado a las ciudades, han ganado el derecho al voto y nadie se atrevería a repetir las palabras de Deustua. Sin embargo, aún hoy es difícil que aceptemos nuestra diversidad cultural como un activo, más allá del folklore y del turismo.
¿Por qué esa dificultad para reconocer algo que es tan importante como el nombre y el apellido? A mi entender, además del ya mencionado paradigma uniformizador que hasta hace pocas décadas dominaba las concepciones sobre desarrollo y ciudadanía, esta dificultad tiene que ver con la forma en que se construyó la nación peruana. Según Benedict Anderson, las naciones modernas son "comunidades imaginadas":
Porque, a diferencia de las comunidades aldeanas, por ejemplo, no todos se conocen personalmente, pero se reconocen como miembros de un mismo Nosotros, de una misma comunidad.
Porque en algún momento fueron imaginadas por alguien, generalmente por algún núcleo de intelectuales en el sentido amplio de la palabra, núcleo en el cual los maestros tienen con frecuencia gran importancia. Ese núcleo imagina el perfil de una nación todavía inexistente o en construcción, tiene un proyecto nacional (5).
Habría que añadir que el perfil de esas 'comunidades imaginadas' puede variar con el transcurso del tiempo, e incluso puede haber diferentes proyectos en competencia simultáneamente. Veamos cómo se construye la nación peruana a partir de este concepto de 'comunidad imaginada'.

3. Proyectos nacionales y diversidad cultural
a. El paradigma oligárquico excluyente.

El 28 de julio de 1821, en la proclamación de la independencia, San Martín afirmó con respecto a los pueblos indígenas: "de ahora en adelante los aborígenes no deberán ser llamados indios o nativos, ellos son hijos y ciudadanos del Perú y serán conocidos como peruanos"(6).
Sin embargo, ni indígenas ni afroperuanos obtuvieron ese mínimo de ciudadanía que es el voto, pues el tributo indígena y la esclavitud continuaron hasta la década de 1850. Abolidos ambos, tampoco se cumplió 'la promesa de la vida peruana'. Los pueblos indígenas, que hasta la primera mitad del S.XX constituían la mayoría de la población, siguieron excluidos de la ciudadanía, a merced de poderes locales en cuya cúspide se ubicaban por lo general los grandes terratenientes, que se expanden con fuerza entre fines del S.XIX y principios del S.XX.
Tal como fue soñada por los criollos, la 'comunidad imaginada' llamada Perú incorporó desde muy temprano en su historia las glorias del Imperio Inca, pero negó tener algo que ver con los indios contemporáneos (7). Para efectos prácticos, la 'comunidad imaginada' se reducía en esos tiempos a varones, adultos, urbanos, criollos y mestizos hispanohablantes, educados (que sabían leer y escribir) y de buena posición económica. Esos eran los que tenían derecho al voto. Menos del 5% de los que actualmente lo tienen. No votaban las mujeres, ni los analfabetos, que eran la absoluta mayoría, sobre todo porque las lenguas andinas y amazónicas eran ágrafas. Existía además el 'voto censitario'. Es decir, sólo tenían derecho a voto los que tenían propiedades. El resto estaba excluido de la 'foto de familia'.
De esta forma, la nación peruana se construyó sobre bases muy frágiles, como una pirámide recostada sobre su vértice. Esa fue una de las causas principales de nuestra derrota en la Guerra del Pacífico. Y fue después de esa derrota que se intensificaron las críticas contra ese modelo excluyente de nación. González Prada está entre los primeros que rompen fuego contra él, cuando afirma, por ejemplo, que no forman el Perú únicamente aquellos que habitan la estrecha franja costera: "La nación está formada por las muchedumbres de indios diseminados en la banda oriental de la cordillera"(8). En las siguientes décadas la crítica se masifica, especialmente desde las corrientes indigenistas, que rescatan e idealizan a los indios contemporáneos, especialmente a las comunidades indígenas. Hasta que el Estado comienza a cambiar, y otra 'comunidad imaginada' se vuelve predominante.

b. El paradigma populista, incluyente pero homogenizador.
Este cambio forma parte de un proceso 'nacionalista' o 'nacional popular' que abarca a toda América Latina y que en algunos países adquiere características revolucionarias como en México (1910) o Bolivia (1952). En el Perú es un proceso lento de transformaciones que se inicia en los primeros años del Oncenio de Leguía (19191930). Luego retrocede pero vuelve a retomarse desde mediados de siglo y especialmente a partir del primer gobierno de Fernando Belaúnde (1963-68), que incorpora al discurso oficial modernizador a las comunidades indígenas. Años después, Túpac Amaru II, el curaca rebelde ajusticiado en 1780 se convierte en uno de los íconos centrales del gobierno militar del Grl. Velasco (1968-75). En los años 80s es el turno de los migrantes andinos, que desarrollan en las ciudades la economía informal, exaltados como los "nuevo héroes" por el gobierno populista de Alan García
Por cierto que hoy el modelo populista está agotado, pero si ubicamos su surgimiento en su contexto histórico, veremos que jugó en muchos campos un papel progresivo, tanto por su oposición a la aristocracia terrateniente que ostentaba el poder en buena parte de América Latina, como por su contraposición a las teorías por entonces en boga, como el racismo científico; para no mencionar el nazismo y sus prácticas genocidas durante la Segunda Guerra Mundial.
En países como México Perú o Bolivia, donde los pueblos indígenas constituían un alto porcentaje de la población, los 'intelectuales orgánicos' del populismo, imaginaron una utopía irrealizable pero poderosa como mecanismo de construcción nacional: el mestizaje. En pleno auge de las teorías y prácticas racistas, Vasconcelos por ejemplo, ministro de Educación de la revolución mexicana, hablaba del mestizo como de la "raza cósmica" del futuro.
Por cierto que detrás del paradigma del mestizaje subyacía otro proyecto de dominación: la "integración nacional" o aculturación de los pueblos indígenas que, formulada burdamente, habría dicho: te doy derechos si te vuelves como yo. Un 'yo' por lo general blanco o mestizo, varón urbano de clase media. Los planes de integración nacional o de "integración de la población aborigen" tenían como herramientas centrales la escolarización masiva castellanizadora y el servicio militar obligatorio.
Pero en países como México o Bolivia, el populismo significó también para los pueblos indígenas conquistas importantes como el voto universal, tierra obtenida a través de las Reformas Agrarias, derecho a la sindicalización y la mencionada escolarización masiva, para mencionar sólo algunos puntos(9). En el caso peruano, primero fueron la escolarización y el servicio militar obligatorio. Luego vinieron los movimientos campesinos por tierra de la década de 1960 y la Reforma Agraria (1969-75). El derecho al voto se obtuvo tardíamente, recién en la Constitución de 1979. Tuvieron que pasar más de 150 años para que la proclama de San Martín se hiciera realidad.
A través de esas conquistas los diferentes pueblos que conformaban nuestro país, especialmente los indígenas, lograron pues acceso a una ciudadanía homogenizadora, que dejaba de lado la diversidad nacional, las lenguas, tradiciones, mitos, héroes y banderas de otros pueblos, especialmente indígenas.

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