Aldo Mariátegui:
"Pesadilla"
La columna del director
Lima - Tras asumir, el presidente Ollanta Humala inició una purga masiva en las FF.AA., colocando en todos los puestos claves de ésta a los integrantes de su promoción "De los héroes de Pucará y Marcavalle"/1984. Toda esta última acaparó los cupos para generales de brigada y de división. Similares movidas, con ciertas resistencias, se dieron en la Marina y la FAP. Humala nombró como su jefe de Inteligencia a un militar retirado que anteriormente desempeñó similares funciones en el Ejército y era conocido por ser padre de una poco agraciada reportera de izquierdas, muy amiga de Nadine.
A los pocos días, Venezuela anunció que le vendería petróleo al Perú en los mismos términos que a Cuba, es decir, con un muy sustantivo descuento. Eso le permitió al presidente Humala rebajar colosalmente los precios internos de los combustibles (la gasolina de 90 pasó a costar S/.5), lo que lo catapultó en los sondeos. Sin pausa, la nueva administración emitió un D.U. por el cual todos los fondos públicos que las regiones y las municipalidades no hubieran utilizado -ascendentes a unos $5 mil millones- irían a ser manejados directamente por la Presidencia. Hubo ciertas protestas, las que no fueron muy significativas dada la lenta inoperancia de regiones y municipalidades con estos fondos. Humala anunció que parte de dicho dinero sería destinado a subsidiar el 50% de los costos de importación del maíz, la soya y el trigo, lo que significó una marcada rebaja en el pollo, los fideos y el pan. La aprobación presidencial rondó el 70%. También parte de este dinero se destinó al retorno de la cédula viva para todos los jubilados. Por supuesto, esos $5 mil millones se agotaron muy velozmente.
Hubo intentos de oposición en el Congreso a este populismo que conduciría a una hecatombe económica, pero las persecuciones judiciales contra fujimoristas, pepecistas y apristas -encabezadas por un rabioso parlamentario ultraizquierdista-, el acoso de la fiscalía oficialista a éstos, así como el asedio diario por parte de manifestantes humalistas a la sede congresal, inmovilizaron a este ya desde antaño impopular poder. También la arbitraria detención de Alan García y de varios apristas mantuvo entretenida a la opinión pública, más aún cuando fueron aparatosamente confinados en la isla El Frontón, donde antes había sido trasladado el ex presidente Fujimori desde su reclusión en la Diroes. Las ONG de Derechos Humanos aprovecharon esto para demandar con éxito a García por supuestas atrocidades.
Por eso no sorprendió cuando Humala anunció la disolución del Congreso y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Dada su momentánea popularidad por las importantes rebajas en el costo de vida a base de despilfarro, leyes demagógicas y la asistencia médica cubana, el humalismo obtuvo la mayoría.
Esa misma Asamblea renovó las vacantes del Tribunal Constitucional con juristas izquierdistas adictos a Humala.
De otro lado, se impusieron severas restricciones a la importación de papel periódico, tal como sucedió en la Argentina de los Kirchner, y comenzó un asedio constante a la prensa escrita, mientras que la nueva ley del radioespectro nacional quitó las licencias a los canales de TV y a las frecuencias de radio, asignándose éstas a empresarios allegados al régimen. Veteranos periodistas humalistas coparon la TV y prensa estatales, convirtiéndose en los "mastines de la revolución" e incordiando a sus colegas.
Tras haber incrementado exponencialmente los ingresos fiscales por un breve tiempo al agobiar a las empresas mineras con una tasa impositiva total del 50% (luego muchas cerrarían), el régimen, hambriento de fondos para financiar su populismo, inició una serie de ataques contra las AFP, los que finalizaron -al igual que en Bolivia y Argentina- con la absorción del sistema privado de pensiones por parte del sistema estatal, donde el dinero fue "licuado".
Acto seguido se intervino al BCR -como en la Argentina de los Kirchner- y las reservas también fueron destinadas a gasto corriente estatal, lo que a la larga condujo a gigantescas devaluaciones. Previamente, la Asamblea Constituyente había extendido el periodo presidencial de Humala a 20 años.
Hugo Chávez y Fidel Castro aplaudieron dicha medida. Una dictadura nacía, mientras que el Holocausto económico ya estaba inevitablemente sembrado.
Pocos años después, Humala sería depuesto, como Gadafi y como Chávez, por masas hambrientas, agobiadas por la hiperinflación y la falta de libertades.
Pero el país ya estaba deshecho...
El despertador me sacó de esta tan vívida pesadilla.
Nota del blog:
Uhm a reflexionar...será vidente Aldo???
3 comentarios:
I si eso sucede?' mno esta tan alejado d ela realidad! Dios nos coja confesados.
Aldo dentro de su vision periodistica espero q no este exagerando pero por los antecedentes historicos esto es real
ese aldo es un visionario, hay q hacerle caso ...
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